24 de diciembre de 2014

¿Instagram? No, gracias


Hace poco una amiga me preguntó si tenía Instagram y mi respuesta fue clara: No, Dios me libre. Las redes sociales simbolizan el futuro y el futuro simboliza el progreso. Pero en el caso de Instagram no. No me hace ilusión registrarme en una red social que tiene nombre de empresa cuyo nombre parece que reparte droga de forma rápida. ¿Alguien le ve la utilidad a Instagram? ¿Realmente sirve para algo? Además de para fardar y fanfarronear, me refiero.

Instagram es la red social del postureo. ¿A santo de qué la gente le haría una foto a su tarta Red Velvet Cake con chocolate y editada con catorce filtros? La continua proliferación de smartphones con aplicaciones y cámara integrada ha creado una necesidad que hace años era inconcebible. Hacer fotos a la comida porque, si no lo haces, no eres guay. Lógica aplastante. Últimamente parece que, si vas a un sitio y no te haces doscientas mil fotos para que todo el mundo sepa que has estado allí, es como si no hubieras estado. En definitiva, las redes sociales nos hacen subnormales.

Instagram me recuerda a la asignatura de Música del instituto: aún no le he visto utilidad. WhatsApp ha revolucionado la mensajería instantánea, permitiéndonos comunicarnos por sólo 0,89€ de forma gratuita, Twitter nos mantiene informados y se puede usar de microblogging y Facebook es para exhibirnos, reivindicarnos y comunicarnos, pero ¿Instagram para qué coño sirve? Por cierto, si eres una tía buena y tienes 2.000 likes por minuto, enhorabuena. Has encontrado tu red social.

El tema de los likes merece capítulo aparte. En Instagram con menos de 50 likes no eres nadie. ¿Y cómo conseguirlos? Muy sencillo: atiborrando de hashtags todas las fotos. O sea, que cuando subas una foto súper sexy, si quieres que la vea todo el mundo, has de poner los hashtags: #instamoment, #instapic, #instacool, #picoftheday e #instacarajote. En resumidas cuentas, las redes sociales son como una gran fiesta a la que hay que ir para estar a la última y no ser obsoleto. Pero Instagram es como llegar a la fiesta a las 6 de la mañana, cuando todos están borrachos y tus padres a punto de volver a casa. Será mejor concluir aquí, que me acaba de llegar una notificación a Instagram y no quepo en mí de la emoción.

14 de diciembre de 2014

La otra cara de la moneda


Hace tiempo, tras discutir de política con un viejo compañero del colegio, acabó diciéndome algo así como que "estudiando una carrera, tú tienes más formación que yo". Esta persona, de la cual prefiero conservar su anonimato, retomó sus estudios tras un tiempo. A ésto, yo le respondí que "pues para tener mejor formación, tus argumentos y tu forma de debatir son muy buenas".

Recordando ésto, me hizo querer compartir con vosotros una idea o un pensamiento al respecto y es que, no por tener más estudios, por estudiar en más universidades o tener acceso a más conocimiento, te hace superior intelectualmente a otra persona que, por contra, no tenga esa oportunidad. Recuerdo una frase de Ernesto "El Ché" Guevara que dice así: "un pueblo ignorante es un pueblo fácil de engañar". La recuerdo porque es lo que parece querer hacer actualmente el partido del gobierno desde su Ministerio: más pan y circo. Personas como esta de la que os he hablado no pasa por el aro y hace inútil ésta estrategia, pues prevalece su sentido crítico antes que la moto que Joselito Wert nos quiera vender.


Llegados a éste punto, me viene a la mente reflexionar sobre un tipo de personas. Estando en un país que supera los 6 millones de parados, hay quien dice que somos la generación más preparada, que tenemos sobrecualificación. Pero, ¿y la otra cara de la moneda?

Sí, existe. No por envidiar a esas personas que tienen trabajo, al contrario, les felicito y expreso mi deseo de unirme a ellos. Pero por desgracia, existe parte de ese colectivo que, por el contrario, pese a haber engrosado el currículum (o no) con nombres de prestigiosos centros de estudios o de aparentar gozar de ingentes conocimientos, no son personas aptas para el puesto que desempeñan.

Por poner ejemplos, aquella persona que trabaja de cara al público y cuyo carácter es frío y seco, a lo que parece pagar su frustración con el cliente sin darle las respuestas que éste venía a buscar. O esas personas a quienes les encargan un puesto que se rige con principios de legalidad cuando resulta ser alguien que se aprovecha de las normas a su conveniencia.

Sí, ese tipo de personas que ocupan un puesto sin aptitud para el mismo mientras tú, lector o lectora, estás sin trabajo. De no ser así, me alegro mucho por tí. Como dije antes, no es envidia, sino una crítica hacia aquel colectivo que menos crítica recibe. Casi siempre, quien se lleva este tipo de críticas son los funcionarios cuando hay de todo un poco en la función pública, pero esa es otra historia.

También he escuchado que, la mayor fuente de riqueza de un pueblo reside en sus trabajadores, en la materia prima humana... De ahí esta reflexión acerca de quien conserva su trabajo sin trabajar como realmente se exige. Obviamente, las condiciones laborales a escena serán otras, pero creo que viene bien darle una vuelta de tuerca a algo en lo que no solemos caer.

Como siempre, espero sus respuestas, de forma crítica y con el debido respeto. Espero, por tanto, sus impresiones y correcciones si he errado en algo. Cualquier duda, sugerencia u opinión es bienvenida.

12 de diciembre de 2014

Hitler murió en 1996 y se casó con una brasileña


Según ha podido constatar nuestro equipo de investigación, el dictador alemán Adolf Hitler sí escapó a la entrada de la Unión Soviética en el búnker de Berlín y sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. Al parecer, altos funcionarios nazis eran conscientes del declive alemán y no auguraban muy buenos presagios para el futuro del III Reich. Cuando la derrota era más que evidente, varios científicos nazis, liderados por Josef Mengele, idearon una estrategia para salvar al dictador.

Crearon un cohete en colaboración con el Imperio de Japón y, tras arduas negociaciones con Hitler, el líder del Partido Nazi fue convencido para montarse a bordo. Según testimonios de varios oficiales de alto rango de las SS y la Gestapo, el proceso no fue nada sencillo: Ha sido difícil, pero al fin nuestro Führer se ha decidido. Sobre todo, porque este fin de semana juega el Real Madrid contra Las Palmas y había puesto un 1 en la quiniela. Una vez a bordo del artefacto, el Führer se ha sentido muy cómodo, puesto que la ingravidez del cohete hizo disimular su más que evidente Parkinson. ¿El destino de la nave espazial? Nada menos que Marte.

Hitler fue a Marte poco antes de que Alemania perdiera la Segunda Guerra Mundial. Según el comandante Hermann Göring de la Luffwaffe, el destino del transbordador no ha sido del agrado de Adolf Hitler. Al Führer no le ha gustado en absoluto tener que huir con el rabo entre las piernas al planeta rojo, porque piensa que los soviéticos le tenderán una emboscada nada más aterrizar, sentenció. Allí le acompañaría el coronel Hans Landa de las SS, que aún se está recuperando de la esvástica que Brad Pitt le grabó en la frente. Diversos rotativos de tirada mundial se han hecho eco de este rumor, aderezado con tinte conspiranoico, con el atrevido titular: Hitler va a Marte y Hitler va amarte.

En investigaciones posteriores del equipo de La poca razón se ha podido saber que Adolf Hitler permaneció 30 años en Marte preparando su retorno a la Tierra con la intención de instaurar el IV Reich. Al hacerlo, cambió la marca de los uniformes Hugo Boss de las SS por la de los modistos sevillanos Victorio y Lucchino, a los que admira profundamente. Al volver a la Tierra en 1975, el Führer se enteraría de la muerte del dictador Francisco Franco, viejo compañero de aventuras en Hendaya. El ex-canciller alemán declaró: Me llena de tristeza y abatimiento la muerte de un compañero, aunque siempre me hizo gracia su voz de pito.

Después de todo ello, Adolf Hitler tomó un submarino hacia Brasil y estableció allí su residencia. Sería entonces cuando conocería a una bella brasileña de color con la que se casaría y con la que tendría dos hijos. Finalmente, el ex-dictador falleció en 1996, poco después de la llegada del Partido Popular al poder en su primera legislatura. Tenía 107 años. Muy debilitado por las esquirlas, Hitler diría en su lecho de muerte: Me indigna de una manera colosal la llegada de estos fascistas al poder en una nación hermana como España. Es lamentable su programa electoral. Ah no, que no tienen.

@joseangelrios92

10 de diciembre de 2014

El Tuenti se nos rompió de tanto usarlo


Casi nueve años después de su creación, Tuenti sigue ahí, más muerto que vivo. Actualmente, el Tuenti es como el culo: sabemos que está ahí, pero nunca lo vemos. Tómate esto, si quieres, como un epitafio póstumo. Porque, afrontémoslo, no queremos borrar nuestra cuenta porque seguimos aferrados a nuestro pasado, a nuestra gloriosa época cani y a esos tiempos en los que lo primero que hacíamos al llegar del instituto, era mirar el dichoso Tuenti. Porque no puedes ocultarlo, esa foto que te hiciste con 16 años en la que intentas tomarte un cubata por la oreja sigue ahí. Y lo sabes. 

Tuenti se llama así porque no hay nadie mayor de esa edad. Tuenti, twenty, o sea, veinte en inglés. Por si no sois del plan Bolonia o eres alcaldesa de Madrid. Su funcionamiento era más fácil que el mecanismo de un sonajero. Cuantas más visitas, amigos o fotos etiquetadas, más molabas. Y no había vuelta de hoja. Era así y punto. Lógica aplastante, dicho sea de paso.  Porque todos hemos cambiado. Cuando había que estudiar para selectividad, uno abría el ordenador, una cosa llevaba a la otra y siempre acabábamos en el Tuenti. Bueno, ahora miramos el Facebook, o Twitter, o WhatsApp. Joder, pues no hemos cambiado tanto...

Porque pasábamos más tiempo en el perfil de la persona que nos gustaba que en el nuestro propio. Así, maldecíamos al que le había dejado el comentario o al que le había puesto un XDD en vez de un XD. Porque esperábamos su mensaje como el preso que espera la libertad condicional. Luego nos hablaban, nos poníamos muy contentos pensando que era esa persona, pero resultaba que al final era nuestro amigo pasándonos un vídeo en el que un tío se cae de un columpio. Porque nos llevábamos veinte minutos pensando cómo hablarle por el chat, si un holaa, un holaa!, un holaaaaa, o simplemente Hola. Luego abríamos la ventanita de chat para hablarle y se desconectaba.

Porque no había nada en el mundo que nos llenara más de ilusión que las letras verdes de notificación. Y si era una petición de amistad, reíamos pensando cómo molábamos, aunque en el fondo siguiéramos siendo los mismos gilipollas de siempre. Las peticiones de amistad eran un mundo propio. Elaboradas, medidas con una métrica alejandrina milimétrica y rubricadas por el mismo Quevedo, podías saber cómo le caías a la otra persona según el número de A en el Hola. Evidentemente, no era lo mismo un Holaaaa! con carita feliz al final y todo, que un triste Ola. Porque el fin del mundo llegaba cuando alguien te borraba, algo que evidenciaba nuestra madurez. Por esas personas que te agregaban y luego ni te hablaban. Otra prueba de la madurez de algunos.

Porque Tuenti nos hizo olvidar el Messenger y luego WhatsApp se consumó su venganza. Porque todo eran risas hasta que la notificación de turno era un triste evento. Y luego resulta que el evento era una cadena. Y cómo no tuvieras la osadía de enviárselo a 4000 personas en menos de un minuto, el ostracismo más tenebroso te subyugaría con sus lúgubres garras. Porque todos sabemos que los eventos para ver quién visitaba tu perfil eran mentira. No funcionaban. Pero siempre los pasábamos, porque la esperanza es lo último que se pierde. Y en Madrid gobernó casi nueve años...

Porque Tuenti es como Ana Obregón: aunque intente mejorar artificialmente, ha empeorado con los años. Molaba el antiguo, el de las letras verdes, el de No has cambiado tu estado en una semana, algo interesante habrás hecho. La última actualización de Tuenti ha evidenciado su declive. Porque la gente ha preferido pasarse a Facebook, en vez de usar algo que es una copia descarada de Facebook. Porque ya sólo quedan niñatos y niños chicos cuando antes habían... niñatos y niños chicos. Porque algunos, los más viejos del lugar como yo, sólo nos metemos para ver cuánto saldo nos queda en el móvil. Porque se te hacía un nudo marinero en la boca del estómago cuando te pasaban el evento viral que nos amenazaba con que Tuenti se iba a convertir de pago. Aunque si eras del PP, como que te la sudaba...

Porque atrasábamos nuestro cumpleaños para que la gente nos felicitara. Sí, a la mitad no los conocíamos, pero siempre molaba que te felicitaran, aunque fuera la quinta vez en el mes que lo hicieran. Porque si hacías el esfuerzo de estar más de un día sin meterte, te esperabas ver quinientas notificaciones, pero ninguna de la persona que te gustaba. Qué más daba si te quedaban todas las asignaturas pero le habías dado una paliza a tu amigo en el juego de las ranitas que cruzaban la calle. Porque habías convertido tu cuarto de baño en un estudio fotográfico, aunque se te olvidara quitar el papel higiénico de atrás. Porque en esa época no se llamaba selfie, sino foto tuenti o, si molaba de verdad, foto princi.

Porque Tuenti es como el primer amor: intenso al principio y doloroso en la ruptura. Porque nos ha dado mucho, pero no dura para toda la vida. En fin, Tuenti, gracias por amenizarme la adolescencia. Siempre supe que eras como la asignatura de Educación plástica y visual: sabía que no valía para nada, pero siempre molaba tenerla para perder una hora.

@joseangelrios92

8 de diciembre de 2014

Worstiario


En primer lugar, querido lector, te recomiendo que, si eres adicto a las discotecas o simplemente, te gustan, dejes de leer de inmediato. Entiéndeme. La salud es lo primero y no quiero que te entre un síncope o un trombo por culpa mía. Dios me libre. Si, como yo, profesas un asco monumental a dichos establecimientos y todo lo que representan, enhorabuena. Estás en el lugar idóneo. Lo he escrito pensando en ti. Disculpa si no adjunto una caja de bombones con forma de corazón, una dedicatoria y florecitas.

Hace ya varios meses, casi un año, diría yo. Por razones ajenas al buen gusto, me puse unos calcetines blancos. Y por motivos peores, unos zapatos negros. Una mala noche la tiene cualquiera. Quedé con unos amigos y nos dispusimos a entrar a una discoteca situada en la Plaza Nueva de Sevilla. No recuerdo el nombre, pero sólo sé que la primera parte del mismo era la palabra mejor en inglés. Nunca la ironía fue tan explícita en luces de neón.

La cola era bastante larga, como la del INEM. No sabía que la gente fuera tan bien vestida a buscar trabajo. Una vez allí, nos percatamos de que las chicas entraban gratis e incluso las invitaban a copas. Si, como yo, eres un tío y tu asesor de estilo esa noche te había jugado una mala pasada o tomado unas oportunistas vacaciones, poco había que hacer. Recuerdo que uno de los gorilas porteros no dejó entrar a uno de mis acompañantes porque no le convencía su peinado. Se ve que no entró por los pelos.

Sí, ¿no lo sabías? Las chicas entran gratis y también las invitan a copas. ¿Generosidad? ¿Feminismo? No os engañéis. Ni tan siquiera es caballerosidad. Esta tentativa por enmascarar un machismo arcaico con halos de feminismo es tan patética como comercial. Piénsalo. Las chicas sólo son el reclamo para que las hordas de tíos paguen lo que sean por entrar a conocerlas. Dicho de otro modo, las discotecas usan a las mujeres como el packaging o envoltorio externo, con los que agenciarse cantidades económicas de varios ceros. O sea, chicas, que la próxima vez que os pongan una cara sonriente para entrar en una discoteca, no lo asociéis a la típica caballerosidad sevillana. Sólo quieren enseñaros como cabezas de venado. Lamentable.

Si queréis sumergiros en una de las zonas más populares de Sevilla, el barrio del Arenal es vuestro sitio. Con popular, no me refiero a que sus habitantes sean de clase humilde, sino al partido al que votan. Precisamente allí, hay un bar llamado Alcopone, de una estética que evoca a personajes del cine de gángsters de El Padrino, Scarface o Uno de los nuestros. Me jode bastante que le pongan que decoren con mis pelis favoritas a un sitio tan deplorable. Si puedes entrar sin llevar el chaleco anudado al cuello, enhorabuena. Si logras hacerte un hueco ahí, porque aquello está más petado que los tornillos del Challenguer, es fácil darse cuenta de por qué se llama Alcopone: porque dan ganas de llevar una escopeta.

El postureo aumenta a pasos agigantados. Los patilleros y cortijeros de turno nos invaden. Queda prohibida la entrada en chándal pero no con una bandera de España en la camisa. ¿Y si vas con una camiseta de la selección española? ¿Sufrirá el portero un colapso cerebral? Sería curioso porque nos enteraríamos de que tienen cerebro. Y la policía mientras haciendo redadas en los bares de la Alameda y la Alfalfa, pero no en el Arenal. ¿Todos son bares, no? En fin, me tengo que ir, que he quedado. Voy a sacar mi polito de España y las tres toneladas de gomina, no vaya a ser que no me dejen entrar con toda la razón del mundo.

1 de diciembre de 2014

El pretil de la muerte de calle Betis


El sábado pasado, al igual que miles de sevillanos, aproveché los agradables rayos del sol que bañaron Sevilla tras unos días de lluvia, para tomarme un cafecito deleitándome con la incomparable vista del río Guadalquivir desde la calle Betis de Triana. Las terrazas estaban repletas de gente y los niños pululaban por doquier, era un ambiente muy animado. Cuando de pronto, mi acompañante me señala algo detrás mía. Me doy la vuelta y veo a un hombre sentado en el respaldo del banco de la muerte de la calle Betis y al lado suya, su hija de seis años, arrodillada en el asiento y apoyada en el respaldo mirando hacia el río. Inmediatamente les advertimos del riesgo que corrían y por fortuna, ellos se apartaron del lugar.

Y es que el pretil de la calle Betis es uno de los mayores peligros de la ciudad de Sevilla. Se trata de un pequeño banco de piedra de 50 centímetros de altura y 90 metros de largo, tras el cual hay un abismo de siete metros. El riesgo de caída tras un tropiezo accidental, una riña de borrachos o una distracción fútil, es evidente. La calle Betis se caracteriza por ser el centro de concentración de miles de personas, sobre todo los fines de semana, y en verano se llena de turistas que se divierten sin darse cuenta que allí hay un peligro enorme, porque a simple vista, el poyete da un falso aspecto de seguridad cuando realidad es una trampa mortal para cualquier distraído. Es obvio que si retrocedes de espaldas, sin saber lo que hay detrás, puedes tropezar con este banquito y caer al abismo. Y si has bebido algo, pues ya no te cuento.

Desde la primera vez que pisé la calle Betis y me asomé por ese gracioso y ridículo banco, me dije “cuánta gente se habrá matado aquí”, después de todo, hay borrachos, hay turistas y muchos niños correteando alrededor de esta calle. La verdad es que increíblemente, han sido muy pocos los accidentes que se han producido allí, lo que no quiere decir, que el riesgo no exista.

Hace, apenas un mes, una turista polaca de sólo 23 años, cayó desde este barranco, cuando trataba de hacerse un selfie con el Puente de Triana detrás. Falleció tras un día de agonía. El alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, dijo sentirse “conmovido” por la tragedia, pero añadió que no haría nada para evitar que algo así vuelva a suceder, dijo que estaba atado de manos porque este famoso pretil de Triana es considerado Bien de Interés Cultural y no se le puede vallar y no se le puede poner ninguna protección adicional.

Hace unos meses, un hombre borracho también cayó desde allí, afortunadamente tuvo más suerte y no sufrió daños, pero unos días antes del accidente de la joven polaca, un perro, subido al banco, vio pasar una paloma, fue a por ella y cayó al precipicio, matándose ante decenas de personas. Lo mismo puede sucederle a un niño. Señor Alcalde, ¿está usted seguro que no se puede hacer nada? “Todo lo que se puede hacer y todas las medidas de precaución ya están puestas", nos dice Zoido y añade que los técnicos le han dicho que no se puede poner ningún vallado porque es un “Bien de Interés Cultural”. Todo es mentira.

En ningún lugar del mundo, un bien cultural está por encima de la vida humana. La seguridad y la vida de una persona es lo más importante para una Autoridad. Autoridad con “A” mayúscula, claro. Para Zoido, todo lo que se puede hacer, ya está hecho. ¿Y qué es lo que se ha hecho? Pues nada, poner un cartelito que dice “Peligro de caída a gran altura”. Pues si hablamos de monumentos, ésto es un desprecio monumental por la vida de las personas. Cuando existe un bien cultural abierto a la visita pública, se le pone vallas, esto sucede en cualquier parte del mundo. Nunca se expone a las personas de forma tan gratuita y mucho menos si es en un sitio céntrico de una gran ciudad.

Las vallas deben ponerse, es un clamor de la población de Triana, que es consciente del peligro que entraña ese pretil de la muerte. Ya en enero de 2013, la Policía Local de Triana envió un informe al Ayuntamiento, pidiendo se tomaran medidas para evitar una muerte accidental en el lugar, “es un peligro”, señalaban y pedían solucionar urgentemente el problema. Además, añadían que en una obra nueva no se permitiría un riesgo semejante. Y no sólo fue la Policía Local, también el Consejo de Participación Ciudadana, en mayo de 2012 y la Junta Municipal, en junio de 2013, solicitaron se tomen medidas urgentes para evitar la caída de una persona, y sobre todo de niños, que corren enorme riesgo en ese banco de piedra.

¿Se puede hacer algo para prevenir una nueva muerte? ¡Sí! Sin duda. Lo más indicado, es un vallado detrás del respaldo, manteniendo la armonía estética del monumento. Es algo que se puede y se debe hacer urgentemente. Y si el Alcalde vuelve a mentir, diciendo que se trata de un monumento intocable e inmodificable, lo que se debe hacer es poner una reja por delante del banco, para que no se pueda acceder a él y nadie corra riesgo de morir allí de nuevo. Quedaría feo, sí, pero es preferible la fealdad urbana antes que perder la vida de otra persona inocente.

Wert para creer


En primer lugar, me gustaría pedirle disculpas al ilustre Ministro de Cultura, José Ignacio Wert, por la foto que encabeza este artículo. Aunque no sea en la que más favorecido sale, su rostro esboza la inteligencia personificada. Siempre nos quedará el Retrica. Bueno, al grano. Cuando Rajoy fue electo presidente y anunció quienes ocuparían la cartera de los Ministros, apareció uno poco conocido, excepto para los estudiantes de Sociología Política en Madrid desde 1982 a 1983. Aunque no lo creas, el autor de estas líneas que lees comparte profesión con el oportunista y polémico ministro José Ignacio Wert. Y también nombre. Es un tema que me llena de ignominia, así que te pediría que no me lo sacases mucho.

Desde que acabó el verano, veo a todos nuestros ministros mucho más morenitos. No sé si será porque se lo han pasado entero en su chalet de Marbella o es lo que tiene estar todo el día cara al sol y eso no significa que se dejen la piel en el andamio. En 1969 el catedrático de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad del Sur de California, Laurence J. Peter, enunció un principio fascinante mediante el cual se pueden esclarecer varios interrogantes sobre nuestros políticos. El profesor Peter hablaba de la jeraquilogía, es decir, el estudio y análisis de las jerarquía en las organizaciones laborales modernas. Según su principio, las personas que realizan bien su trabajo son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad, dificultad y envergadura. Es entonces cuando son desarboladas por un cargo de mayor rango y alcanzan su máximo nivel de incompetencia. Dicho de otro modo: En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia, al igual que la nata sube hasta cortarse. Es la metáfora perfecta de Ícaro y sus alas adheridas con cera a sus hombros. Ascendió tanto y tan deprisa que sucumbieron ante el poder calorífico del Sol.

¿No te suena de algo esta historia? Venga, que la he puesto facilita. Lo de siempre. Seguramente, nuestros ministros fueron personas respetables antes de diciembre de 2011. Bueno, todos no. Luis de Guindos fue miembro del Consejo Asesor de Lehmann Brothers, o sea, la persona más idónea para el cargo de Ministro de Economía. Eso también es Marca España. Para que te hagas una idea, es como si contratamos al capitán del Titanic para que dirija nuestro yate. Ah, que no tienes yate. Qué dura es la vida.

Atento porque diré algo que será lo único serio que leerás en este artículo, por así llamarlo. La Universidad, como su propio nombre indica, deriva de la palabra universal. Como estoy convencido de que los conocimientos de gramática del ilustre señor Wert son más que amplios, le será fácil dilucidar la esencia lingüística que entraña la citada palabra. La Universidad, concebida como tal, es de libre acceso, pública y de calidad. No hay vuelta de hoja. Es francamente inadmisible convertirla en una institución elitista al servicio de las clases más acomodadas. ¿El objetivo? Aborregar la sociedad mientras está siendo narcotizada con realities shows y demás productos que constituyen el opio del pueblo para no ser consciente de las barbaries que se perpetran desde las altas cúpulas de nuestro competente Gobierno. Ah no, que ya han alcanzado su nivel de incompetencia...

¿Y si la persona que tiene en su mente la vacuna contra el cáncer, en estos momentos, no tiene dinero para pagarse los estudios? ¿Merece más ir a la Universidad una persona con más ingresos económicos pero del nivel intelectual del protagonista de este escrito? Evidentemente, no. ¿Hay que recabar fondos con los que subsanar la crisis? Joder, pues en tres años, la cosa no parece haber mejorado mucho: los niveles de pobreza, desempleo y corrupción no sólo siguen, sino que han aumentado. Algo falla. En cualquier caso, si la cagas dirigiendo un Ministerio, siempre te queda la fácil salida de la dimisión. Señor Wert, tome usted buena nota.

25 de noviembre de 2014

La Ley Seca llega a la Alfalfa


La Policía Local de Sevilla ha clausurado esta semana seis establecimientos de la Alfalfa, la conocida zona de bares del centro de la capital hispalense. Según el Ayuntamiento de Sevilla, dicho cierre se ha debido al incumplimiento de varias ordenanzas municipales: quejas generalizadas de los vecinos, venta ilegal de alcohol y proliferación de actividades que no contaban con la licencia necesaria. Concretamente, los locales precintados han sido: Berlín, La Espuela, El Cubanito, La Rebotica y La Carbonería. El Gobierno municipal ha actuado de forma tajante, castigando todas las infracciones cometidas.

En este momento, sería buena idea ponerse en la piel de una persona que, dispuesta a encontrar un lugar apacible donde vivir tranquilamente, no se lo piensa y compra un piso en la Alfalfa. No en zonas tan concurridas como el Retiro, sino en la Alfalfa. ¿No vieron que ahí hay bares que, en general, suelen abrir por la noche? Es como si alguien se compra un acogedor adosado en Cabo Cañaveral y se queja justificadamente de los ruidos que hacen los transbordadores de la NASA al despegar. No tiene sentido.

Cuenta una leyenda urbana que alguien una vez estornudó en Sevilla y no apareció la siempre competente Policía Local para ponerle una asequible multa de cien euros. O no le precintaron su casa por perturbar el descanso de los vecinos. De todos modos, si ahora mismo estás estornudando y la policía está deteniendo a potenciales delincuentes quinceañeros que están haciendo botellón en el Lipa, puedes respirar tranquilo. Incluso aunque estés resfriado. Van a ir a por ellos. Desde aquí, sería buena idea hacer un llamamiento al Ayuntamiento de Sevilla que es, en última instancia, el que decide: no se puede prohibir algo que todo el mundo hace. Por prohibir que la gente haga botellón, la gente no va a dejar de hacer botellón. Encontrarán nuevos sitios, diversas maneras e incontables estratagemas para eludir ser cazado desordenando el orden público.

Cuando la Ley Seca entró en vigor en Chicago, apoyada por los puritanos, nadie dejó de tomar alcohol. De hecho, la demanda de alcohol aumentó exponencialmente para contrarrestar una oferta inexistente. Al Capone sería uno de los mayores asesinos, ladrones y chantajistas de la historia, pero al menos no cometía el ultrajante delito de beber en la calle. ¿Existe una solución para esto? Evidentemente, sí: habilitar botellódromos, donde los jóvenes pueden acudir a celebrar este sacrosanto ritual. Fácil, ¿no? Pero no nos hagamos ilusiones. Seguro que el Alcalde está muy ocupado viendo alguna cofradía o, tal vez, viendo una cofradía. Habría que imaginarse a ese par de agentes de policías, ocupados en comisaría viendo vídeos en YouTube, cuando de repente, reciben una llamada: Una tienda está siendo atracada por dos individuos encapuchados y armados que han amordazado a los rehenes. Paralelamente, reciben otra llamada de que hay un par de jóvenes tomándose un lote de Cutty Sark en plena calle. ¿Adónde acudirían para hacer que se respeta lo establecido en la Ley? Hombre, hay whiskys mejores que el Cutty Sark, pero lo de los tíos liándose a tiros en una tienda tampoco es moco de pavo. 

La clausura de dichos establecimientos se suma al cierre de la popular Carbonería del barrio de Santa Cruz el pasado fin de semana, según la versión oficial, por no tener licencia para albergar conciertos. Es algo completamente lógico chapar sitios que fomentan cosas tan horribles como la cultura, el arte y la esencia de esta ciudad ¿Qué va a ser lo próximo: meter droga en el pica-pica? Hay que tener en cuenta que lo han cerrado los mismos que han multado a señores mayores por un motivo tan justificado como hacer ruido con las fichas de dominó.

Todo esto no es más que una nueva tentativa de este opresor Ayuntamiento por dilapidar la libre cultura, el estilo de vida bohemio y, como dirían de forma peyorativa muchos medios de comunicación, desmantelar el perroflautismo. El objetivo es fomentar el patilleo, movimiento que encuentra su máxima versión en zonas tan obreras y humildes como el Barrio del Arenal para financiar bares tan baratos y asequibles al público de dicha zona como el Al Copone (seguro que quien le puso el nombre se acordó de la Ley Seca) o el Rockefeller, nombre del primer alcalde comunista de la historia. Lo realmente paradójico de este asunto es que precisamente la hermandad de Semana Santa de dicho barrio se llame El Baratillo.

En fin, cosas así ocurren en nuestra querida ciudad. Disculpen si he hablado muy fuerte y algún vecino se ha despertado. Todo sea porque no me clausuren el local...

@joseangelrios92

20 de noviembre de 2014

Cuéntame llegará hasta 2014


La decimoquinta temporada de la serie televisiva Cuéntame como pasó ha sido estrenada recientemente. De este modo, nuestro equipo de investigación ha podido saber que la popular serie seguirá narrando las aventuras y desventuras de la familia Alcántara hasta el año 2014, de modo que la serie más longeva de Televisión Española será renovada por 32 temporadas más.

De este modo, los Alcántara tendrán que hacer frente a la crisis, al paro y a los recortes que el ministro Wert quiere aplicar sobre la imprenta de Antonio. Lamentablemente, Doña Herminia fallecerá el 5 de mayo de 1996, precisamente el mismo día que José María Aznar llegó a la presidencia del Gobierno. Por si esto fuera poco, Carlitos descubre su homosexualidad en 1987 (en la temporada 20) y se enamora perdidamente de Josete con el que vivirá un tórrido romance cuyos padres nunca aceptarán. Este hecho le impide ser reclutado para la Guerra del Golfo en 1990.

Al ser los primeros en conocer los detalles más relevantes de la trama, hemos podido saber que Toni llegará a ser tertuliano en Intereconomía, en un progresista espacio de televisión donde criticará ferozmente a comunistas, anarquistas y homosexuales, motivo por el que dejará de hablarse con su hermano Carlitos. La pequeña de la casa, María, alcanzará la fama nacional al enrrollarse con un torero en otoño de 1999, lo que le llevará a frecuentar programas de televisión y ser apodada La reina del pueblo.

@joseangelrios92