24 de diciembre de 2014

¿Instagram? No, gracias


Hace poco una amiga me preguntó si tenía Instagram y mi respuesta fue clara: No, Dios me libre. Las redes sociales simbolizan el futuro y el futuro simboliza el progreso. Pero en el caso de Instagram no. No me hace ilusión registrarme en una red social que tiene nombre de empresa cuyo nombre parece que reparte droga de forma rápida. ¿Alguien le ve la utilidad a Instagram? ¿Realmente sirve para algo? Además de para fardar y fanfarronear, me refiero.

Instagram es la red social del postureo. ¿A santo de qué la gente le haría una foto a su tarta Red Velvet Cake con chocolate y editada con catorce filtros? La continua proliferación de smartphones con aplicaciones y cámara integrada ha creado una necesidad que hace años era inconcebible. Hacer fotos a la comida porque, si no lo haces, no eres guay. Lógica aplastante. Últimamente parece que, si vas a un sitio y no te haces doscientas mil fotos para que todo el mundo sepa que has estado allí, es como si no hubieras estado. En definitiva, las redes sociales nos hacen subnormales.

Instagram me recuerda a la asignatura de Música del instituto: aún no le he visto utilidad. WhatsApp ha revolucionado la mensajería instantánea, permitiéndonos comunicarnos por sólo 0,89€ de forma gratuita, Twitter nos mantiene informados y se puede usar de microblogging y Facebook es para exhibirnos, reivindicarnos y comunicarnos, pero ¿Instagram para qué coño sirve? Por cierto, si eres una tía buena y tienes 2.000 likes por minuto, enhorabuena. Has encontrado tu red social.

El tema de los likes merece capítulo aparte. En Instagram con menos de 50 likes no eres nadie. ¿Y cómo conseguirlos? Muy sencillo: atiborrando de hashtags todas las fotos. O sea, que cuando subas una foto súper sexy, si quieres que la vea todo el mundo, has de poner los hashtags: #instamoment, #instapic, #instacool, #picoftheday e #instacarajote. En resumidas cuentas, las redes sociales son como una gran fiesta a la que hay que ir para estar a la última y no ser obsoleto. Pero Instagram es como llegar a la fiesta a las 6 de la mañana, cuando todos están borrachos y tus padres a punto de volver a casa. Será mejor concluir aquí, que me acaba de llegar una notificación a Instagram y no quepo en mí de la emoción.

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