25 de febrero de 2015

El palo de selfies se inventó en 1995 y a nadie le gustó


En las pasadas navidades, el regalo estrella no han sido las zapatillas con lucecitas de colores para los niños, ni el célebre roscón de Reyes y, por extraño que parezca, tampoco la barbie siliconada con tacones del Bershka. Lo que lo ha petado y sigue petando hasta ahora es el dichoso palo del selfie. La gente está repleta de ilusión con este nuevo invento. Y no lo entiendo. Sólo es un palo. Hacienda (que somos todos, aunque unos menos que otros) nos mete un palo cada mes y la gente no se emociona tanto. ¿Y en qué consiste el invento del siglo? Porque no cabe duda de que estamos ante el gran descubrimiento de nuestra era, por encima del doble check azul en WhatsApp. Básicamente, se trata de un palo retráctil con un mecanismo al extremo que sujeta el teléfono para hacer la captura. Y ya está. Y el calimocho es coca cola con tinto.

Pero eso no es lo grave del asunto. Según se han hecho eco muchos medios en Japón, el jodido altamente interesante palo de selfies fue recogido en un libro llamado Inventos estúpidos de Japón allá por el año 1995. Y a la gente entonces le pareció una gran mierda. Se puede decir que pasó muy inadvertido entre el siempre exigente público nipón. ¿Por qué nadie le dijo a ese japonés que lo patentara? Es decir, la sociedad está flipando actualmente por un objeto que era una mierda hace veinte años. ¿Qué va a ser lo próximo, inventar el troncomóvil? ¿Volver a los móviles tamaño ladrillo? Muchos diréis que ahora los teléfonos parecen baldosas, pero dado el ritmo en que está involucionando el mundo, no sería de extrañar.

La sociedad retrocederá dos décadas. Médico de Familia volverá a emitirse en televisión, conduciremos un Opel Kadett, se volverá a implantar la mili, Lou Bega volverá a los escenarios y el Betis seguirá sin ganar la Liga. Pero no pasará nada. Al menos, tendremos un palo de selfie para inmortalizar nuestro risotto con boletus y albahaca para posturear mostrarlo socialmente. Y cuando la gente le dé like, ya lo habremos digerido. Y no es que los selfies se inventaran en 1995. Existen desde que el mundo es mundo, casi tan antiguos como las pinturas rupestres os Jordi Hurtado. El selfie se inventó cuando a alguien se le ocurrió la idea de hacerse una foto by himself.

El caso ha trascendido las fronteras que separan lo coherente y lo irrisorio. El museo Thyssen ha prohibido la entrada de estos artilugios, dado que la gente patosa podría dañar severamente las obras que en ellos se muestran. O sea, al lado del cartel de No se admiten perros, pondrán el de No se admiten palos de selfie. Y es algo positivo. Porque estoy seguro de que Picasso se retorcería en su tumba si viera a la gente apuntando el Guernica con un palo de metal. Y yo también lo haría. Pero que no llegue la sangre al río. Porque, a partir de ahora, a nadie le importará decir que se ha llevado muchos palos.

16 de febrero de 2015

Ciudadanos: El Coleta de la Derecha


Joven, guapo, audaz, valiente e inteligente. Albert Rivera lo tiene todo para triunfar en política y lo está logrando. Tenía apenas 27 años cuando postuló a la Generalitat de Catalunya y llamó la atención posando desnudo en un cartel propagandístico. No creo que a Jordi Pujol le hubiese funcionado pero a Rivera sí, quien consiguió repercusión en la prensa nacional e internacional. Fue electo diputado autonómico y su partido se convirtió en la sexta fuerza política de Cataluña. Desde entonces ha sido un fiero defensor de la unidad de España, una valentía destacable puesto que se ha enfrentado a todo un pueblo apasionado por el sueño de la independencia.

Su movimiento quiso dar el salto nacional en 2008, con escaso éxito, por lo que continuó siendo una fuerza básicamente regional. Sin embargo, tras el fulgurante éxito electoral de Podemos en las elecciones europeas, el partido de Albert Rivera ha comenzado a cosechar parte de ese descontento general con el gobierno de Mariano Rajoy, posicionándose en un expectante cuarto lugar tras PP, Podemos y PSOE. Surge entonces la pregunta común “¿Dónde está situado Ciudadanos? ¿Es de izquierdas o de derechas?”.

A Albert le encanta esa indefinición y la fomenta porque sabe que así puede cosechar dentro del electorado descontento del PP y del PSOE, incluso ha llegado a asegurar, en una entrevista a el Periódico de Cataluña, en el que se define, dentro de Cataluña, como de centro-izquierda, pero da a entender que en el ámbito nacional es de centro-derecha. ¿Quién lo entiende? ¿Derechas o izquierdas? La verdad es que esta estrategia le está dando estupendos resultados electorales.

Albert Rivera nos dice que en la actualidad hay dos partidos viejos con ideas viejas (PP y PSOE) y dos partidos nuevos, uno con ideas viejas (Podemos) y otro con ideas nuevas (Ciiudadanos). Sin embargo, basta dar un vistazo a sus propuestas para darse cuenta que es un partido netamente liberal, una ideología que podemos rastrear hasta el siglo XVIII, es decir, tan “nuevo” no es.

¿Cómo podemos determinar cuando un partido es derechas o de izquierdas? En general es relativamente sencillo, debemos ver si sus propuestas van dirigidas a mejorar la vida del ciudadano, en cuyo caso sería un partido de izquierdas; o si lo que se busca es mejorar la eficiencia del Estado, en cuyo caso, sería un partido de derechas. Ciudadanos busca construir un Estado pequeño y eficiente donde la empresa sea el motor del desarrollo. Es obvio que es un partido de derechas.

Para un político de derechas, lo importante es la eficiencia del Estado, no que las personas tengan salud, educación y vivienda, porque entienden que cuando un Estado es eficiente, esos beneficios llegan solos. Lo opuesto piensan los políticos de izquierdas, creen que primero es la salud, educación y vivienda, y eso generará un Estado de bienestar.

Imaginemos a un hipotético padre de familia de derechas, él prefiere que sus hijos mueran de hambre o enfermedad pero que se cumpla puntualmente con el banco para así mantener el crédito familiar. Por el contrario, un hipotético padre de familia de izquierdas no paga sus deudas pero da de comer a sus hijos y los atiende si están enfermos, pero luego viene el banco, los desahucian a todos, se van a vivir debajo de un puente y se mueren todos de frío.

Ciudadanos propone, en términos generales, lo mismo que el PP, la diferencia es que piden reducir el número de Ayuntamientos de 8.000 a 1.000, también los cargos de confianza, y diversos cargos públicos, evitando la duplicidad. En suma, un Estado pequeño. Además, fomentaría a los empresarios, para que sean ellos los que creen nuevos puestos de trabajo. También proponen una lucha frontal contra la corrupción que ha proliferado en los últimos gobiernos “fuera corruptos de la instituciones” proclama su ideario.

El surgimiento de Podemos ha hecho temblar a la izquierda establecida en España, PSOE e IU han visto tambalear sus estructuras, y en vez de reacomodarse para enfrentar las elecciones que están por venir, han comenzado luchas intestinas que no están haciendo sino debilitarlos aún más. La izquierda va hacia los procesos electorales, dividida, y enfrentarán a un PP sólido y unido con Mariano Rajoy. Es por eso que la aparición de Podemos ha sido recibida con gran satisfacción por el PP, ya que la división de la izquierda será un éxito para su partido.

Sin embargo, la izquierda, y el PSOE en particular, deberían alegrarse por la aparición de Ciudadanos, que está llamado a transformarse en el partido que divida a la derecha, que mine al PP y que reciba los votos de los jóvenes de derechas que buscan un país “en orden”, pero que ya están cansados de las mismas caras y de la corrupción del Partido Popular. Albert Rivera se viste siempre formal y le desagrada el contacto con el pueblo, su estilo es muy diferente al de Pablo Iglesias, pero ambos tienen algo en común, una coleta regeneracionista.

14 de febrero de 2015

La cultura del pelotazo: de Tony Montana al Pequeño Nicolás


Si nos paramos a pensar por un momento en la idiosincrasia subyacente a la cultura de Estados Unidos, será fácil dilucidar que las pretensiones personales responden al paradigma del Sueño Americano. Para tener una noción intuitiva del mismo, bastará con ver la legendaria cinta del director Brian de Palma, Scarface, protagonizada por Al Pacino. En ella, se cuenta la historia de un exiliado cubano, disidente del régimen de Fidel Castro que, como tantos otros, emprende un viaje hasta las costas de Miami en Florida, donde pasa por ser un humilde vendedor de perritos calientes a uno de los narcotraficantes más más peligrosos de la costa este.

Pero en España, las cosas son distintas. Aquí no tenemos a Al Pacino, sino al pequeño Nicolás. El negocio de la droga sólo tiene dos posibles finales: la cárcel o una bala en la cabeza y está pasado de moda. Aquí somos más partidarios de la cultura del pelotazo o, dicho de otro modo, conseguir un alto estatus social y económico, no gracias al esfuerzo personal, superarse a sí mismo y tonterías de esa índole, sino por no haber dado un palo al agua en la vida. Admitámoslo. Nadie se hace de oro trabajando de sol a sol. La cultura del pelotazo, tan afincada en España, no entiende estos méritos, logros o consecuciones personales. En España, se puede decir que alguien ha triunfado si ha conseguido un puesto de trabajo envidable por ser primo de este, cuñado de ese o yerno de aquel. Y no hay vuelta de hoja.

Para ser un buen español, hay que tener un traje italiano, un coche alemán y las cuentas en un banco suizo. Si pagas más impuestos que yo, eres un pringado. Si tu casa cuesta 200.000 euros y no te gastas 350.00 para costearte unas vacaciones en las Islas Caimán con Elvis Presley y Jesús Gil, no molas. Si has tenido que trabajar duramente para conseguir tus sueños y finalmente lo ha conseguido el oportunista de turno con parientes más influyentes, te jodes. Así es la vida. O mejor dicho: así es España. Personajillos tan ilustres como el Pequeño Nicolás personifican la cultura del pelotazo: un ser mitómano, que evoca todas estas sensaciones, con una contumacia que no conoce precedentes y que profesa mordaces idolatrías muy desalentadoras.

La atmósfera que vivimos provoca un gran desazón. Sin contar el paro desaforado, la galopante corrupción y una clase política que pierde adeptos casi tan rápido como ideales, España no es un país para tener una oportunidad. Haber sudado sangre para graduarse en Física queda eclipsado por haberse acostado con un torero. Hablar cinco idiomas no tiene nada que hacer si eres hijo de una tonadillera corrupta. Y tener un proyecto emprendedor no valdrá para nada si no eres conocido y nadie apostará un duro sobre ti. Así pues, bienvenido a España, la tierra de las desoportunidades.

@joseangelrios92

4 de febrero de 2015

¿Por qué Podemos no ganaría las elecciones?


Podemos es un partido político arrollador, innovador y necesario. Si no existiese Podemos, habría que inventarlo. En los últimos años, las caducas estructuras políticas de España han sido incapaces de sintonizar con la ciudadanía y la gente está cansada de la indiferencia y prepotencia de nuestros políticos tradicionales. Los españoles están hartos de los miles de desahucios que se producen cada año, ancianos que son arrojados a la vía pública sin ningún apoyo ni consideración del Estado. La falta de humanidad y de sensibilidad del gobierno del PP es una vergüenza que quedará registrada en los anales de la historia de España.

Podemos ha irrumpido en la política española exigiendo que ésto cambie, y la mayoría de españoles está de acuerdo que es necesario cambiar. Con esta actitud humanista se han ganado el aprecio de la gente. No queremos ver ni un solo desahucio más, tenemos terror a no llegar a fin de mes, a que nos corten la electricidad. Vivimos una auténtica pesadilla. Por eso es que las campañas “del miedo” del PP no funcionan, tenemos más miedo a vivir en este Estado policial y deshumanizado que en un hipotético gobierno de Podemos. Nada de lo que digan los partidos tradicionales podrá derrotar a Podemos. Porque además, son torpes, y usan mentiras para tratar de desprestigiar al partido de Pablo Iglesias, y como en el cuento de Pedro y el Lobo, a la tercera mentira, dejamos de creerlas todas, ya ninguna crítica tiene efecto alguno.

Sin embargo, Podemos debería desvincularse del gobierno autoritario de Venezuela y no lo está haciendo, por el contrario, cada día expresan su admiración por la creación de Hugo Chávez. En Venezuela no existe libertad de prensa y eso debería ser un principio fundamental para todo demócrata y humanista. Venezuela es uno de los países con mayores ingresos petroleros del mundo y a pesar de ello posee enormes índices de pobreza y de corrupción, ¡allí la economía es un desastre!, ese país es más corrupto que Kirguistán, Guinea y República Democrática del Congo, ocupando el puesto 164 entre 178 países. (1)

Por otro lado, Venezuela tiene los mayores índices de homicidios de América Latina, y eso es mucho decir. Venezuela no puede ser nuestro paradigma. Allí se han cerrado todos los medios de comunicación críticos al gobierno, y hay un presidente que habla por cadena nacional (incluyendo los canales de pago) todos los domingos, durante horas y sin limitación alguna. Sorprende por ello, que entre las propuestas de gobierno de Podemos esté la creación de nuevos medios de comunicación dirigidos por Podemos el pueblo. ¿Para qué queremos más cadenas públicas? Eso es un despilfarro de dinero público cuyo único objetivo es la propaganda, ¡es mejor invertir ese dinero en los más necesitados!. Particularmente, yo no quiero que España sea una nueva República Bolivariana pero no es por Venezuela que Podemos perdería las elecciones. Cuando se habla de Venezuela, a la mayoría de la gente le interesa un comino, les suena a chino y no tienen demasiado interés en ese tema. 

Podemos no ganaría las elecciones porque está tardando demasiado en consolidarse como un partido serio, con propuestas claras. Ellos nunca han gobernado, no sabemos si serían buenos o malos gobernantes y las dudas vendrán dentro de poco. No sólo de ataques a la casta vive el hombre. Además, frente a los casos de corrupción denunciados por la prensa, la defensa de Podemos fue imitar a la casta, se han pepeízado, están siendo soberbios y altaneros, sin dar explicaciones claras.

También tendrían que decirnos cómo van a conseguir todo lo que proponen. El Estado tiene un presupuesto limitado. Ya sabemos más o menos a qué sectores les darán más dinero pero no sabemos aún a qué sectores les quitarán, porque si das a unos tienes que quitar a otros. Tampoco sabemos si permitirán un referéndum independentista en Cataluña, no sabemos si querrán cambiar la bandera, no sabemos qué harán después de quitar las vallas de Melilla y de cancelar todas las devoluciones de inmigrantes ilegales. No sabemos mucho en realidad, y la incertidumbre crece día a día.

Además, Podemos no ganaría las elecciones porque lo más probable es que el PP y el PSOE se pongan a resintonizar los nuevos canales y comiencen a podemizarse y ajustar sus frecuencias con la ciudadanía. Si esto sucede (y si son inteligentes, sucederá) tienes muchas posibilidades de seguir en el poder, porque la mayoría busca justicia y humanidad, pero también estabilidad y el partido de Pablo Iglesias es un “no sabemos” inquietante y por ese motivo Podemos no podría ganar las elecciones.

Sin embargo, si PP y PSOE continúan alejados del pueblo, lo más probable es que Podemos coseche esa insatisfacción nacional y si es así, ganaría las elecciones. Ganaría y no será tan malo, porque traerá un poco de esa justicia social que los partidos tradicionales han ignorado durante años, esos partidos han aplicado políticas draconianas que no consideran en absoluto el sufrimiento del pueblo. En un gobierno de Podemos los viejos se podrían jubilar y dejar ese trabajo a los jóvenes, las medidas de represión (de estilo venezolano) que nos ha impuesto el PP serían retiradas, la sanidad volvería a ser un derecho universal, también habría el derecho a una muerte digna, y a tener la luz y agua. Propuestas que nos acercan de nuevo hacia un Estado de bienestar europeo que creíamos perdido.

Fuente: Percepción de Corrupción en el mundo en 2010. Wikipedia.

@raulalosfc