
El sábado pasado, al igual que miles
de sevillanos, aproveché los agradables rayos del sol que bañaron
Sevilla tras unos días de lluvia, para tomarme un cafecito
deleitándome con la incomparable vista del río Guadalquivir desde
la calle Betis de Triana. Las terrazas estaban repletas de gente y
los niños pululaban por doquier, era un ambiente muy animado. Cuando
de pronto, mi acompañante me señala algo detrás mía. Me doy la
vuelta y veo a un hombre sentado en el respaldo del banco de la
muerte de la calle Betis y al lado suya, su hija de seis años,
arrodillada en el asiento y apoyada en el respaldo mirando hacia el
río. Inmediatamente les advertimos del riesgo que corrían y por
fortuna, ellos se apartaron del lugar.
Y es que el pretil de la calle Betis es
uno de los mayores peligros de la ciudad de Sevilla. Se trata de un
pequeño banco de piedra de 50 centímetros de altura y 90 metros de
largo, tras el cual hay un abismo de siete metros. El riesgo de caída
tras un tropiezo accidental, una riña de borrachos o una distracción
fútil, es evidente. La calle Betis se caracteriza por ser el centro
de concentración de miles de personas, sobre todo los fines de
semana, y en verano se llena de turistas que se divierten sin darse
cuenta que allí hay un peligro enorme, porque a simple vista, el
poyete da un falso aspecto de seguridad cuando realidad es una trampa
mortal para cualquier distraído. Es obvio que si retrocedes de
espaldas, sin saber lo que hay detrás, puedes tropezar con este
banquito y caer al abismo. Y si has bebido algo, pues ya no te
cuento.
Desde la primera vez que pisé la calle
Betis y me asomé por ese gracioso y ridículo banco, me dije “cuánta
gente se habrá matado aquí”, después de todo, hay borrachos, hay
turistas y muchos niños correteando alrededor de esta calle. La
verdad es que increíblemente, han sido muy pocos los accidentes que
se han producido allí, lo que no quiere decir, que el riesgo no
exista.
Hace, apenas un mes, una turista polaca
de sólo 23 años, cayó desde este barranco, cuando trataba de
hacerse un selfie con el Puente de Triana detrás. Falleció
tras un día de agonía. El alcalde de Sevilla, Juan Ignacio
Zoido, dijo sentirse “conmovido” por la tragedia, pero añadió
que no haría nada para evitar que algo así vuelva a suceder, dijo
que estaba atado de manos porque este famoso pretil de Triana es
considerado Bien de Interés Cultural y no se le puede vallar y no se
le puede poner ninguna protección adicional.
Hace unos meses, un hombre borracho
también cayó desde allí, afortunadamente tuvo más suerte y no
sufrió daños, pero unos días antes del accidente de la joven
polaca, un perro, subido al banco, vio pasar una paloma, fue a por
ella y cayó al precipicio, matándose ante decenas de personas. Lo
mismo puede sucederle a un niño. Señor Alcalde, ¿está usted seguro
que no se puede hacer nada? “Todo lo que se puede hacer y todas las
medidas de precaución ya están puestas", nos dice Zoido y
añade que los técnicos le han dicho que no se puede poner ningún
vallado porque es un “Bien de Interés Cultural”. Todo es mentira.
En ningún lugar del mundo, un bien
cultural está por encima de la vida humana. La seguridad y la vida
de una persona es lo más importante para una Autoridad. Autoridad
con “A” mayúscula, claro. Para Zoido, todo lo que se puede
hacer, ya está hecho. ¿Y qué es lo que se ha hecho? Pues nada,
poner un cartelito que dice “Peligro de caída a gran altura”.
Pues si hablamos de monumentos, ésto es un desprecio monumental por
la vida de las personas. Cuando existe un bien cultural abierto
a la visita pública, se le pone vallas, esto sucede en cualquier
parte del mundo. Nunca se expone a las personas de forma tan gratuita
y mucho menos si es en un sitio céntrico de una gran ciudad.
Las vallas deben ponerse, es un clamor
de la población de Triana, que es consciente del peligro que entraña
ese pretil de la muerte. Ya en enero de 2013, la Policía Local de
Triana envió un informe al Ayuntamiento, pidiendo se tomaran medidas
para evitar una muerte accidental en el lugar, “es un peligro”,
señalaban y pedían solucionar urgentemente el problema. Además,
añadían que en una obra nueva no se permitiría un riesgo
semejante. Y no sólo fue la Policía Local,
también el Consejo de Participación Ciudadana, en mayo de 2012 y la
Junta Municipal, en junio de 2013, solicitaron se tomen medidas
urgentes para evitar la caída de una persona, y sobre todo de niños,
que corren enorme riesgo en ese banco de piedra.
¿Se puede hacer algo para prevenir una
nueva muerte? ¡Sí! Sin duda. Lo más indicado, es un vallado detrás
del respaldo, manteniendo la armonía estética del monumento. Es
algo que se puede y se debe hacer urgentemente. Y si el Alcalde vuelve a mentir,
diciendo que se trata de un monumento intocable e inmodificable, lo
que se debe hacer es poner una reja por delante del banco, para que
no se pueda acceder a él y nadie corra riesgo de morir allí de
nuevo. Quedaría feo, sí, pero es preferible la fealdad urbana antes
que perder la vida de otra persona inocente.
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