Algunos grupos de WhatsApp son como nuestras fotos de primera comunión: están ahí pero deseamos con todas nuestras fuerzas que no salgan a la luz. Si hay un invento que haya revolucionado la sociedad, no es la televisión y, por extraño que parezca, tampoco es la cama. Lo más útil que jamás se ha inventado es la opción de silenciar los grupos de WhatsApp durante un año. Aquello de recibir un WhatsApp a las cinco de la mañana en el grupo de tus amigos sobre un vídeo de un tío que abre botellines con el culo ha pasado a la historia. Afortunadamente, dicho sea de paso.
Solamente hay un personaje que puede mosquearnos más que ese: la persona que nunca habla en los grupos. Puede ser que se esté leyendo el programa electoral del Partido Popular y, obviamente, está muy ocupado porque la cosa va para largo. Esas personas dan más coraje que un lunes. Mejor dicho, que dos lunes. Porque siempre está el gracioso que envía un mensaje preguntando si a alguien le sobra un embrague de un Lamborghini Gallardo de 1995, porque el suyo se ha escacharrado. Porque, reconozcámoslo, siempre nos preocupa más que se caiga WhatsApp a que se caiga un amigo nuestro. O más que se caiga el antiguo Rey, una cosa que ocurría más o menos con la misma frecuencia.
Porque cuando inventaron el doble check azul pusimos la misma cara que un japonés de Hiroshima o Nagasaki al ver la bomba atómica caer. Sabíamos que eso no podía acabar bien. Con el doble check azul, ya se puede ver quién ha leído tus mensajes y ha pasado tres kilos de responder. Con lo que molaba pasar de la gente en el anonimato. Por si alguien ha vivido enclaustrado en un búnker en los últimos tres años y aún no se ha enterado, la cosa es así: una raya es que el mensaje ha sido enviado, dos rayas es lo que le gusta a Maradona y este zarrapastroso innovador doble check azul es la confirmación de lectura por parte de la otra persona. Por menos cosas comenzó la Primera Guerra Mundial...
Pero aún hay algo que nos molesta más que eso: esa gente que abandona los grupos de WhatsApp sin decir nada. Las instituciones más lamentables de la historia han sido las SS, la Gestapo, la Inquisición, el Real Madrid, el Ku Klux Klan, la Falange, el club de fans del Pequeño Nicolás y el colectivo de personas que abandona los grupos a la francesa, no la tortilla, sino sin decir nada. Seguro que más de una vez hemos sentido el amago de salirnos de ese grupo en el que no paran de enviar vídeos porno o uno en el que sale un chihuahua tocando el contrabajo (un invento que no es español, de ahí el nombre). Bueno, a lo mejor, de ese precisamente no, pero sí de ese grupo de antiguos alumnos a los que llevamos 16 años sin ver y, misteriosamente, hemos sobrevivido. Y qué decir de ese grupo de la familia en el que hasta la abuela está dentro. O ese grupo que alguien hizo para la cena de navidad y aún en agosto la gente sigue hablando por él. Es muy tentador salir de grupos así, pero nos preocupa quedar mal o que la gente se irrite. ¿Cómo hacerlo sin que eso ocurra? Sigue leyendo.
La opción rebelde: haciendo esto, podemos lograr que la gente se enfade. Suele ocurrir cuando esperamos un mensaje importante, especialmente de nuestra pareja o de alguien que nos gusta. Nos suena el móvil y, al mirarlo, comprobamos que es el grupo de nuestros amigos enviando el vídeo del chihuahua tocando el contrabajo. Nos entra el calentón y, sin pensarlo dos veces, salimos del grupo. Es cuando hay que atenerse a las consecuencias. Ya nadie te avisará de nada porque, sencillamente, no estás en el grupo. Cuando alguien cuente un chiste y no lo pilles, te dirán: Ah claro, es que como no estás en el grupo, por eso no lo pillas...
La opción sincera: esto es algo poco frecuente. Lo de ser sinceros, digo. Consiste básicamente en decir: Gente, me salgo porque estoy hasta los cojones de que me mandéis 200 mensajes por minuto y que 199 mensajes sean el del vídeo del chihuahua que toca el contrabajo. Para hacer eso, hay que tener un gran nivel de autoestima y seguridad en uno mismo, así como una honestidad e integridad sin precedentes. O sea, si eres político, me temo que esta no es tu opción.
La opción excusa: puede haber excusas de muchos tipos. Algunas muy verosímiles, otras sacadas de una novela de Arthur Rimbaud, lo cierto es que son muy variadas: Me voy porque se me peta el móvil, Salgo de aquí porque me tienen que avisar desde Barbados para traerme 50 gramos de opio vietnamita y no quiero que se me mezclen los mensajes, Me voy porque mi BlackBerry explota cuando recibe 500 mensajes en menos de un minuto (¿alguien sigue usando BlackBerry?), Me despido del grupo porque estoy escribiendo un artículo sobre cómo salir de un grupo de WhatsApp sin que nadie se enfade y quiero concentrarme. Vamos, lo típico...
La opción nocturna: y con alevosía, como no podía ser de otro modo. ¿Quién va a estar conectado a las cuatro de la mañana para ver que te has ido del grupo? Bueno, tal vez quien esté esperando que le manden 50 gramos de opio vietnamita procedente de Barbados. Pero en caso contrario, imposible. Pues no. Siempre hay alguien pendiente. Mucha cautela si te decantas por esta opción.
La opción tocho: consiste en aprovechar toda la amalgama de mensajes y tochos que se están enviando sin cesar y salir sibilinamente. Igual tienes suerte y, con tanto mensaje de por medio, nadie se da cuenta.
Si has seguido estos pasos, enhorabuena. WhatsApp ya no volverá a ser un engorro nunca más en tu vida. O siempre puedes eliminar o silenciar los grupos. Pero eso sería muy fácil y nos gusta la acción. Concluyo aquí que me están enviando un montón de mensajes de WhatsApp en el grupo que tengo con ex-compañeros de celda de Guantánamo y están un poco pesados los pobres. O igual mejor me espero a la noche para salirme como hicimos en... ups.
Fuente: Elena Mengual (15/1/2015). ¡Socorro! Estoy atrapado en los grupos de WhatsApp. Diario El Mundo.