Desde el sillón de mi casa, para variar, he estado siendo testigo de ciertas conductas unánimes acerca de lo acontecido en Francia éste infame viernes 13 y que ha traído no pocas consecuencias. Ante todo, mi respeto y solidaridad para todas las víctimas. Dicho eso, se me encendió la bombilla y quería dar mi pincelada sobre todo lo observado hasta ahora. Sí, desde el sillón de casa se puede tener empatía y conciencia, pero no hoy o cuando toca sino siempre. Ahora sabréis a qué me refiero.
No censuro ni condeno las muestras de apoyo y solidaridad con Francia. ¿Cómo voy a hacerlo? De hecho, soy de los primeros que no dudan en mostrar su apoyo a las víctimas tras uno de los peores actos que el ser humano pueda realizar. De hecho, tampoco condeno las muestras de empatía de personajes públicos y conocidos, pues es necesario el apoyo de esas personas para dar a conocer y concienciar al resto de la sociedad sobre todo lo que sucede. Toda muestra de humanidad ante la barbarie es necesaria, venga de donde venga, excepto lo que vengo a detallar a continuación.
Lo que sí censuro y condeno es la hipocresía y las múltiples incoherencias de gran parte de personas a las que todo ésto les ha resultado indiferente e, incluso, han estado a favor de lo que nos ha llevado a todo ésto. Recuerden que, hablando solo de París, el 11-S y el 11-M solo tocamos la punta del iceberg, pues las causas que nos ha llevado a experimentar éste monumento a la aberración de la acción humana son diversas. Por eso, me indigna como español (si puedo serlo, claro) que mi país mantenga relaciones con los mismos que han armado a los autores de esas atrocidades, así como países que han fomentado todo esto. Uno de ellos, por cierto, es Arabia Saudí, donde residía el ala más radical de ISIS si mal no recuerdo.
Si como ciudadano de un estado democrático me preguntaran si estoy a favor de la invasión de Irak y Afganistán o de repartirse la Libia de un antiguo amigo de Europa como es Gadaffi o que Francia y Reino Unido entre otros pongan gobiernos de paja prometiéndoles un macro estado árabe, obviamente, diría que no. Podrán buscarme trapos sucios, ya que es el precio que suele pagarse por ser sincero y contundente, pero de mis convicciones en éste sentido no encontrarán nada.
Por eso no me vale que se pongan banderas de Francia, Nigeria, Afganistán, Siria, Palestina y demás países víctimas de guerras continuas y diarias y que, si le preguntas antes de los atentados, se digan indiferentes con el resto de causas que han desembocado en un extremismo que se ha cobrado a bastantes inocentes ya, sea donde sea y sean de donde sean. No habré sido quien más haya hecho por evitar lo que está pasando, pero siempre me he pronunciado contrario a la guerra como para que haya tanta gente que venga a ponerse las medallas de pacifista cuando, por su silencio, han favorecido a lo que está pasando ahora.
¿Enfurecido? ¿molesto? ¿resentido? Posiblemente: por ver la línea entre la implicación y el postureo tan fina.
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