20 de abril de 2015

El 98% de las casetas de la Feria de Abril son privadas


Llega la Feria de Abril de Sevilla y, con ella, los paseos en caballo, el olor a albero impregnado en los farolillos, las estruendosos decibelios de los célebres cacharritos y el rebujito. Pero también llega la inflación generalizada de comidas y bebidas en el recinto ferial, el caciquismo instaurado en las casetas más chic y el postureo más tenaz que tiene lugar en la capital hispalense.

¿Sabías que de las 1.047 casetas que forman el Real, tan sólo 19 son públicas? O dicho de otro modo, ni siquiera el 2% de dichas casetas son públicas. ¿Quiere esto decir que podrás disfrutar de una amplia oferta de casetas, cada cual acorde con los distintos gustos particulares de cada persona? No, exactamente. Si como la inmensa mayoría de las personas mortales, contar con una caseta excede tu presupuesto, lo más adecuado sería abandonar esa idea. Y si vienes desde Carolina del Sur y por alguna extraña razón no eres socio de la caseta del Club Labradores, puede que tengas que plantearte que la Feria de Abril no sea tu sitio.

La Feria de Abril no es más que la máxima expresión del postureo en Sevilla. Reconozcámoslo: pasear en caballo a la vertiginosa velocidad de 1 km/h, mientras vas oliendo las heces del pobre animal detrás de un conductor que no gana ni la quinta parte de lo que cuesta el dichoso viaje no mola una mierda. Lo que mola realmente es hacerse la foto de rigor para que todos vean tus ostentosos gustos. Estaréis de acuerdo que esto no mola tanto como observar a los canis pegándoles puñetazos a las máquinas de la Calle del infierno o los grabados de los dibujos de las atracciones que guardan un fiel parecido con la realidad. Pero bueno, se hace lo que se puede.

Las casetas no son como tu casa. Olvídalo. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. En tu casa no tienes que pagar una cuantiosa cuota para que te dejan entrar. Bueno, si tienes una hipoteca, sí. De asociaciones, clubes, peñas e incluso partidos políticos, su variedad es casi tan amplia como su clasismo. Si te quieres adentrar en casetas pensadas para el proletariado como la del Club Náutico o la colegas de Wilfredo el Velloso (en serio, hay una llamada así), te sugiero que midas tu forma de vestir. Entiéndeme, encajar socialmente es lo primero. Imaginarse el drama de que, al entrar, comprobáis que todo el mundo lleva un chaleco anudado al cuello y vosotros no. Menuda putada...

A ti, viajero procedente de Carolina del Sur (o del Norte, lo mismo da) si hubiera que darte un consejo para sobrevivir pasarlo en grande en esta siempre humilde Feria de Abril, ideada para que todos los escalafones sociales puedan disfrutar, te diría que quedes con tus amigos en cualquier sitio, excepto en la portada. Como si quieres quedar en un sitio concurrido de gente que no para de trabajar, como podía ser una sede del PP. Pero lo dicho, lo recomendable es no quedar en la portada. Suele ser complicado para encontrar a tus amigos cuando otras 200.000 personas también han quedado allí con los suyos.

Y no se podía concluir este artículo sin hablar del néctar mágico en la Feria de Abril, el combustible de todo peregrino: el rebujito. Con un precio por jarra que oscila entre los 8 euros, no se puede abandonar la Feria sin dejarse 2 euros para disfrutar de una mini copa. El rebujito es como el calimocho, pero en versión andaluza. Y no, no es una frase sacada de 8 apellidos vascos. Beber rebujito es como votar: lo hacemos una vez al año y nos sentimos mal si no lo hacemos, aunque de poco sirva. Pero no todo podía ser malo, después de todo, la Feria contribuye a generar puestos de trabajo por una semana, aumentar la forma físicade los caballos a costa de nuestro peso y observar a nuestro alcalde apretando un botón para que se enciendas las luces de la Feria. Para que luego digan que tener enchufe no sirve de nada.

@joseangelrios92

1 de abril de 2015

Tipos de Me gusta


Parece que el mundo está evolucionando hacia la lógica: Molas más cuantos más likes tengas en tus fotos y estados. Evolucionar o involucionar, según se mire. Si eres de aquellos que se dan Like en sus propias publicaciones, un búnker desprovisto de recursos durante los próximos diez años no es el peor destino. No moláis una mierda. Si empleas todos tus morritos encantos y te esmeras en poner una foto que se queda con dos tristes likes, convéncete de que no vales para ello. Así es la vida: hay gente que vale para descubrir la vacuna que salve la humanidad y otra que vale para obtener likes. No hay vuelta de hoja.

Porque todos sabemos que a Tuenti no le salió bien la jugada de incluir el botón Me gusta en su enésimo intento por imitar a Facebook. Luego llegó Instagram, lo adaptó y ganó varios miles de adeptos, entre los que me llena de orgullo admitir que no me encuentro yo. Porque el negocio del tráfico de likes sustituirá en los años venideros al siempre lucrativo tráfico de estupefacientes: de los creadores del like4like, llega el follow4follow, y de ahí muy inteligentemente derivó el insta4insta. ¿Alguien me puede explicar qué carajo es eso? ¿Y cuándo llegará la mente lúcida que invente el follo4follo? ¿Nadie se da cuenta de que eso sí sería realmente un negocio redondo? Porque los likes dicen más de nosotros que cualquier estudio psiquiátrico forense emitido por la CIA. Y ya que estamos, ¿por qué no analizamos todos los tipos de likes que se encuentran en el competitivo mercado de las redes sociales?

El like dis-like: Alguien pone un estado del tipo Mi novio/a me ha dejado, Me han despedido del trabajo y, siempre con nuestra buena fe, le damos a Like para consolarlo, aunque en realidad parezca que nos estamos alegrando por su desgracia. No lo hagáis por favor, quedáis muy mal.

El like you: Cuando esa persona que te gusta tanto sube una foto en la que deja patente todo su encanto y le damos Like con todo el descaro del mundo, a modo de declaración pública, como queriendo decir: Lo que me gustaría de verdad sería foll...

El like para quedar bien: Un amigo pone un estado de aproximadamente 122 líneas contando cosas de su vida en sumerio arcaico que, a decir verdad, nos importan una mierda. Le damos a Me gusta para quedar bien, por compasión y porque los amigos están para todo. O eso dicen.

El like cabrón: Sería lo opuesto del like anterior. Pongámonos en situación. Hay una discusión en una foto o estado de Facebook y alguien arremete con un argumento que deja noqueado al oponente. Ahí apareces tú y le das Like a ese ocurrente comentario, pero a hurtadilas, a escondidas, con alevosía y sin que nadie se percate. Sería un Zasca en versión Facebook

El like-self: Consiste en hacerse un auto Me gusta. Como se ha dicho antes, este tipo de personas son los que ven La alfombra roja los sábados por la noche y son socios del Getafe. Pertenecen a un escalafón social de difícil catalogación, como cuando nuestros padres se hacen Facebook.

El like stalker: Te pasas las noches en vela viendo las fotos que esa persona subió en 1993. Vale, es cierto que entonces no existía Facebook, pero aún así las vemos. Y, sin saber por qué, le damos sin querer a Me gusta. Rogamos a todos los santos que no lo vea en los dos segundos que tardamos en quitarlo. Si no, espetamos un Tierra, trágame y siempre nos quedará el destierro más lúgubre en la isla de Elba con los que se hacen auto-like.

El like flojo: Ocurre cuando le comentamos un estado o una foto a alguien y esa persona nos contesta. Le damos a Like a su respuesta en sustitución de una respuesta más currada para quedar bien. Equivaldría a un: De acuerdo, pero no tengo ganas de responderte.

El like postureo: Típico caso de que un amigo comparte un estudio realizado sobre los tipos de minerales y las bacterias que existen en la jungla de Vietnam y le damos a Me gusta. Como diciendo, ¿Te creías que no lo sabía?

El like avalancha: Alguien postea un estado que nos gusta y, al querer darnos cuenta, hemos muerto sepultados por un alud de  198 comentarios. En ese momento, al inventor del botón Detener notificaciones le haríamos un monumento como al que inventó la coca-cola para combatir la resaca.

El like sincero: Como personas agradecidas y cívicas, sabemos valorar el enorme trabajo de alguien que pone algo con lo que estamos absolutamente de acuerdo o ha hecho el titánico esfuerzo de subir una foto en la que salimos irresistiblemente bien. Like del tirón.

Este es el arma más letal del siglo XXI: el like. Cuando alguien te da Like es como cuando en el colegio te aceptaban en el grupito de los guays o como cuando te hacía caso la persona que te gustaba. Y eso que aún no existe el botón No me gusta. El mundo aguarda con temor el día que el señor Zuckerberg se levante con el pie izquierdo en su mansión de Florida de 500 metros cuadrados con la genial idea de incluir el No me gusta en Facebook. Y luego lo copiará Instagram. Y luego Tuenti, ah no, que ya no existe. Y luego caerá un asteroide que aniquile a la especia humana, pero eso será un mal menor.

Fuente: Moderna de pueblo (12/3/2015) Tipos de likes. Revista Cuore.